Son las 8 de la mañana y el aterrizaje
de un C17 estremece la base Andrews. Estacionado cerca del hangar 52, la bahía
de carga se abre. Tres ataúdes, en hombros de soldados de la 17va División de
Montaña del Ejército de los Estados Unidos, son descargados de la aeronave. Un
grupo pequeño de soldados sale detrás del cortejo. Pero un hombre ligeramente barbado ,de uniforme
gris pizarra, sale rezagado del avión y se desprende de los soldados que han
regresado a casa.
A cincuenta metros de la
aeronave dos camionetas suburban color negro esperan al hombre de uniforme gris.
Cuando el misterioso hombre barbado está apenas a diez metros de las camionetas,
un hombre blanco de mediana estatura se baja de una de ellas para saludarlo.
-John Silver, imagino que estás
muy cansado. Es un largo viaje desde Aviano hasta aquí. Pero estás en casa por
fin después de tantos años.
-No me han traído por casualidad Edward.
-No, entra al auto y dame la
mochila. En el camino te cuento que es lo que hay.
Dentro de la Suburban hay otro
hombre de traje negro que y lo saluda efusivamente.
John nota algo extraño en este personaje de origen latino, sabe que es un burócrata pero no es
de la CIA como él ni como Edward. Los agentes de la CIA no son tan cálidos de
trato y menos entre sí.
-John te presento a Paco de
Riveiro, Subdirector de la DEA para América Latina y el Caribe- Edward presenta
al extrovertido funcionario, mientras John lo observa con escrutinio.
-¿Otro de esos casos en los que
los cabezas de trapo se alían con el narcotráfico?- pregunta John mientras se
quita los lentes y la gorra.
-De todo un poco John- afirma Edward.
John mira directo a los ojos al
sonriente Paco pero no logra intimidarlo, el hombre, con un poco de sobrepeso,
no cambia su rostro sonriente.
-Capturaron a alguien y no pueden
hacerlo hablar y por eso me traen. Justo cuando Langley se acuerda de mí lo
hace para trabajar.
-Ah vamos John, no te pongas
malcriado. Haces este trabajito y tendrás tres meses de vacaciones pagadas por
los contribuyentes.
-¿Por qué me engañas Edward?
Cuando capturen a los cerebros del atentado de Nairobi me sacarán de donde
esté para interrogarlo ¡Ya me la han hecho tres veces!
-Disculpa hijo, soy un gran
admirador de tu trabajo. Para el mejor interrogador de la CIA este es va a ser
el trabajo más sencillo que hayas hecho. Tenemos a alguien clave en el
narcotráfico internacional, un duro, uno de los capos del cartel más cínico del
planeta- afirma el Subdirector Riveiro.
-Pero, no quiere hablar….
-¡No hijo todo lo contrario! Te
trajimos porque no hayamos cómo hacer para que se calle.
John abre los ojos como dos bolas
de billar y observa a Edward y luego pestañeando repetidas veces devuelve la
mirada al hombre gordo.
-Es extraño John, pero este tipo
es un capo muy importante de un cartel sudamericano, que lamentablemente cayó en
desgracia entre sus socios. Buscó ayuda en República Dominicana
y se entregó a cambio de hablar. Pero desde que lo tenemos no para de hablar. Es
difícil controlar lo que dice porque sabe demasiado. Si no fuera porque es
quién es, pensaríamos que es un pobre loco. Pero de verdad hay que callarlo,
lograr que se controle, y creemos que eres el mejor- continúa explicando Riveiro
y le pasa una carpeta manila con el logo de la DEA y un sello de CLASIFICADO.
John abre la carpeta y lee lo que parece ser el expediente del narcotraficante
capturado.
-Un “paciente”- nombre con el que
John describe a los interrogados por él –que habla demasiado da casi los mismos
problemas de uno que no habla. Me refiero por la calidad de lo que dice. No
sabes si es verdad o es pura mi#$%&a.
-¡Eso es correcto hijo! ¿Contamos
contigo entonces?
-Dame por lo menos dos días para
descansar, bañarme, usar ropa limpia y nueva y comer decentemente.
-¡Es un trato!- Riveiro aprieta
las manos de Silver.
Es una mañana de viernes y en la
sala de interrogatorios número 8 del sexto piso del edificio sede de la DEA, en
Arlington, Virginia, se encuentra Ismael Oseas. Nervioso le habla a la pared de
vidrio que tiene en frente, confiado de que es escuchado y grabado. Pero del otro lado del vidrio no hay nadie
aún. Es el sexto día que es llevado a la misma sala para "hablar como loco".
Oseas fue, en otro tiempo, uno de
los mejores amigos del Comandante Panelo y este correspondió su amistad con los
mejores cargos en el ejecutivo. Desde Ministro de Relaciones Interiores hasta
Finanzas. Fue presidente de importantes bancos y fondos del estado. Luego fue lanzado al
ruedo para gobernador, donde no fue sino, otro Gobernador Rojo Rojito y
también corrupto corruptico. Muerto Panelo, Oseas queda a la deriva, sin
mecenas ni padrinos, cae en desgracia en el acomodo del régimen de Nicodemo,
quién discretamente va aplicándole la guillotina a todos los que otrora fueran
los mejores amigos del “tribilín” de Barinas.
Aunque el Oseas llegó a ser
miembro del Cartel de los Narcosoles, y a disfrutar de sus beneficios, jamás se
llegó a pertenecer al primer círculo de mando de este. Oseas olfatea el momento
de huir con su familia y decide entregarse a la DEA para ponerse a salvo de sus
colegas, que pretenden eliminarlo. Desde entonces Oseas no para de hablar y
revelar información sobre el Cartel de los Narcosoles, sus testaferros, rutas,
lavadoras y laboratorios.
John Silver, Edward Fletcher y
Paco de Riveiro entran al cuarto oscuro con la pared de vidrio que da al salón
blanco donde se encuentra Oseas.
-Este es el hombre- señala
Riveiro. John Silver está callado, y observante del “paciente” y su
comportamiento.
John sale del cuarto y pasados
unos minutos entra al salón de interrogatorios donde el informante, Ismael
Oseas lo espera para vaciar toda su memoria a cambio de protección para él y
los suyos. Silver entra al cuarto arrastrando una caja de madera de 50X50X100
centímetros, montada sobre ruedas y con una serie de cerrojos y bisagras,
parecida a las cajas usadas por los magos en el viejo truco de serruchar a la
asistente por la mitad.
-Buenos días señor- saluda Oseas
en perfecto inglés- mire yo lo sé todo, lo que usted me pida yo se lo respondo,
pero no me deporten por favor. Mire, por ejemplo el General Barreto recibe
mercancía de las FARC todos los viernes en su hacienda del Alto Apure y la
despacha en un Jet que despega desde la misma carretera hacia honduras los
Lunes y los Miércoles otro que va hacia Mauritania.
-¡Cállate!- exige John en voz
firme y amenazante. El joven psicólogo egresado de Princeton sabe como intimidar a sus "pacientes".
-Pe pe pero, yo lo sé todo, por
favor tomen nota de todo lo que sé a cambio de protección por favooor- Oseas
comienza a lloriquear.
Silver abre la tapa frontal de la
caja de madera y luego toma a Oseas por el cuello y con fuerza y lo obliga a
entrar en la pequeña caja mientras este cuenta como las Princesas Panelitas
lavan dólares en su restaurante, como
tratando de convencer a Silver que su información es buena.
Oseas entra a empujones y golpes
dentro de la caja y John la cierra con seguro. John se sienta en la silla del
interrogador hasta que cesan los murmullos y súplicas de Oseas dentro de la
caja.
Han pasado 30 minutos y los
murmullos cesaron hace 10. John abre la caja y dentro de ella Oseas se
encuentra completamente doblado y aterrorizado mirando fijamente a John.
-¿Te vas a callar?- pregunta John
y Oseas responde -¡Si si señor!-
-¡Te dije que te callaras!- John
le da una trompada a Oseas y vuelve a trancar la caja. Esta vez pasarán dos
horas antes que John Silver vuelva a abrir la caja.
John vuelve a abrir la caja y pregunta
-¿Te vas a callar?- Oseas asiente de manera nerviosa y repetitiva –¡Vamos, sal!-
ordena Silver a Oseas y este como puede sale de la caja cayendo al suelo y golpeándose
contra la mesa. Oseas regresa a su silla sin decir una palabra.
-Quiero que me digas una frase,
sólo una. El nombre de una de las operaciones que hace el cartel del que dices
saber tanto.
Oseas asiente.
-Adelante, ¡habla!- ordena John
Silver.
Oseas permanece unos segundos
pensando cual de tantas operaciones puede detallar. De pronto se le ve negar
con la cabeza y pestañear. No es un tic nervioso, está tratando de elegir una
operación y un nombre para esta. De pronto los movimientos de su cabeza se
detienen y sus ojos se abren enormes ante una claridad inesperada; sonríe y
mira fijamente al interrogador – EL EXPRESO DE PARIS.
Un Airbus A340-400 de Air France
lleva cerca de siete horas y media volando desde Maiquetía (Caracas) hasta el
Aeropuerto Charles de Gaulle (Paris). Está por finalizar la hora del descanso,
las luces de los pasillos están apagadas y todos los pasajeros duermen.
Los 30 puestos de la Business
Class están ocupados. Alguno que otro Burgués Caraqueño (a) que desea ir a
París en viaje de vacaciones, entretenimiento o estudios. El resto son los
Enchufados. Civiles y Militares de la clase CastroPanela o Boliche, en viaje de
negocios y placer.
Uno de los pasajeros que destaca es Calixo Cara de Chigüire, que había sido expulsado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, en medida de reciprocidad por la expulsión de sus homólogos de Venezuela. Luego de un fastuoso acto de recibimiento heroico, con parada militar incluida y un discurso vacío y humeante por parte de Nicodemo, Calixo tomó sus maletas y junto con su familia abordó el primer vuelo que consiguió a París, para seguirse dando la Dolce Vita, como encargado de negocios para Europa. A falta de Walmart mejor es un Carrefour y a falta de Las Vegas es mejor Mónaco. Como dice el viejo dicho: "NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA".
Uno de los pasajeros que destaca es Calixo Cara de Chigüire, que había sido expulsado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, en medida de reciprocidad por la expulsión de sus homólogos de Venezuela. Luego de un fastuoso acto de recibimiento heroico, con parada militar incluida y un discurso vacío y humeante por parte de Nicodemo, Calixo tomó sus maletas y junto con su familia abordó el primer vuelo que consiguió a París, para seguirse dando la Dolce Vita, como encargado de negocios para Europa. A falta de Walmart mejor es un Carrefour y a falta de Las Vegas es mejor Mónaco. Como dice el viejo dicho: "NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA".
Los 21 puestos de la clase
Premium también están ocupados. Son Boliches que no llegaron a comprar puesto
en la Business Class y prefirieron el sacrificio de viajar con privaciones antes que tener que esperar
otro vuelo. El hijo del Almirante Urrutia viaja en esta clase “discretamente”, abrazando
con celo un bolso deportivo que no abandona ni para ir al baño.
Pero la historia no es igual en
la clase económica. De los 224 puestos sólo están ocupados 90. Y no porque no
se haya vendido el vuelo en su totalidad. Los otros 134 pasajeros no se
presentaron pero ya cobraron su cupo CAVIVI en efectivo.
Los pasajeros de la clase
económica son variopintos: Una pareja de recién casados que prefirieron no
hacer recepción de bodas (rumba) para poder viajar; Una pareja de ancianos que
ahorró toda su vida para conocer Paris;
Diez Recién graduados de Medicina que harán la reválida para ejercer su
profesión dignamente en Europa; Cinco profesionales de la Ingeniería que harán
carrera en una consultora Francesa y probarán quedarse para jamás volver; un niño
genio que descubrió un asteroide y ganó una beca en la Universidad de
Estrasburgo y su padre aliviado porque los malandros del barrio donde viven no
se los matará o pervertirán; por último una familia que se gastó hasta el
último centavo para comprar los dólares a 48.
Pero el resto de los 65 pasajeros
pertenece a un grupo muy especial, son los "Raspa Raspa". Cada uno lleva en sus
bolsillos las tarjetas de crédito de los 134 pasajeros que no viajaron, para
cobrar los Euros en los cajeros Europeos. También van a Paris a cumplir una
misión muy especial: Llevar maletas.
Falta una hora para llegar al
aeropuerto. Los pasajeros han desayunado y esperan con ansias llegar a su
destino. Pedrito, el niño astrónomo, aprovecha una clase económica casi vacía
para sentarse junto con su padre del lado de la ventana.
-¡Papá mira un Rafale!
El vuelo 665 Caracas-Paris ha
aterrizado. El Rafale acompañó el vuelo
hasta su aterrizaje. El Avión de Air France rueda un largo rato antes de
detenerse a descargar a los pasajeros. El Airbus A340-400 llega al último
pasillo telescópico. Antes de abrir las puertas una de las aeromozas avisa:
“ER FRANZ DA LA BIENVENIDA A GOS
PASAJEGOS DEL VUEGO 665 AL AEGOPUEGTO CHARLS DE GOL QUE SIGVE A LA CIUDAD DE
PAGIS. SUS MAGETAS PUEDEN SEG REGTIGADAS EN LA CORREA NÚMEGO 69”.
Uno de los pasajeros frecuentes
de la Business Class se sobresalta y dice: “¡Caraj#! Nos mandaron pa la correa
que está al ladito de la policía”. Algunos de los que oyeron el grito
sarcástico comienzan a preocuparse.
Luego de una exhaustiva revisión
de los pasaportes por parte de la policía Francesa los pasajeros se aproximan a
la correa 69 para retirar sus maletas. Pero empiezan a ver con sorpresa que una
tropa de cerca de trescientos policías, con armas diversas, esperan en la puerta
y en los alrededores de las correas.
Mientras tanto en una discoteca exclusiva
del este de la ciudad veinticuatro generales de las cuatro fuerzas rinden culto
al Dios Baco, sentados a lo largo de una enorme mesa al estilo medieval
adornada de los más exquisitos y costosos platos a base de cerdo, res y pavo.
No puede faltar el Whisky mayor de 18 años, que se bebe como agua, y mucho
menos la música ensordecedora del reggaetón. Las prepagos semidesnudas hacen de
meseras sirviendo a los asistentes y frente a la mesa hay ocho batitubos donde
mujeres atléticas, completamente desnudas, de todas las razas hacen piruetas que desafían la gravedad.
Cada Narcosol come, bebe,
disfruta, baila y se revuelca en sus miserias entre el juego de oscuridad y
luces de colores y los gritos de placer o dolor se esconden en el estruendo del
bajo de cada corneta.
El General Buitrevides toma
champaña Moët Chandón a pico de botella como si se tratase de una cerveza
mientras arroja billetes de 20 y 50 dólares a las batituberas.
El Almirante Urrutia en cambio
disfruta el momento entre risas, gritos y chistes pero no le quita la vista de
encima a su celular. Él espera una llamada muy importante.
El General Curvelo en cambio
observa silente y con mirada perdida el show de las batituberas. Eventualmente
Curvelo entrará en estupor y suspirará profundamente, como estando en nirvana o muy muy
ebrio, pero luego se recupera y sigue observando.
El General Robaina en cambio
tiene una prepago, vestida de colegiala semidesnuda, sentada en cada pierna,
mientras el bebe y les cuenta sus aventuras piloteando aviones de combate… que
nunca piloteó.
Un hombre delgado maquillado andrógeno,
en tangas con una corona de laureles danza entre las batituberas mientras que
el General Sifontes le pica el ojo.
El Almirante Parra en cambio
arregla el camino blanco con una tarjeta de crédito mientras su ninfa enrolla
un billete de cincuenta euros para luego recorrer juntos el camino del placer.
Al terminarse el camino gritan a viva voz ¡TENEMOS PATRIA!
Todo ocurre ante la mirada de sus
escoltas. La mitad de ellos disfruta la música, apoya las gracias de sus mandos
y alguno que otro trata infructuosamente de conquistar a las mujeres que
deleitan a sus jefes. En el fondo codician poder ascender rápido en el mundo de
la “Nueva Divisa”. La otra mitad solo observa el espectáculo con silenciosa
indignación, como Largo y Perera.
-¡Vamos Largo quita esa cara de
cu%0!- grita uno de los cácoras que escolta al General Herrera.
-Señor, yo soy de familia
cristiana, no debería estar en esto, tanta inmoralidad. Cuando mi abuelo me dijo que fuera soldado no era para parar en eso. Yo mejor me voy de
baja- protesta el cabo Perera a Largo, su capitán.
-Por cobardes como tú ellos están
allí- responde Largo al subordinado mirándolo con desprecio.
Buitrevides hace una señal al DJ
y este apaga la música y enciende las luces de la discoteca. Toma la botella
vacía y con una cuchara trata de hacer campanitas para captar la atención, pero
nadie le para. Así que estrella la botella contra el piso. El vidrio quebrándose
es suficiente para captar la atención de todos los presentes. Toda la discoteca queda en silencio.
-¿Qué es ese sonido?- Pregunta
Buitrevides
Todos están en silencio sólo se
escucha un “Chucuich Chucuich Chucuich plop Chucuich…”
Ante la pregunta, Curvelo vueve en
sí de su éxtasis y discretamente mete la mano debajo del mantel y el
desagradable sonido cesa, ante la mirada cómplice de una de las prepago que
está sentada en las piernas del general Robaina.
-Bueno... Señores el sexto expreso de
Paris acaba de llegar a su destino. Acabo de recibir el mensaje del contacto en
el vuelo. ¡Pronto tendremos expresos por todo el planeta!- Anuncia Buitrevides
mientras el resto de los Narcosoles aplaude.
De pronto un nuevo mensaje llega
al teléfono de Buitrevides. La cara de alegría cambia.
La correa 69 un pandemonium, en el que los gendarmes franceses emprenden a cachiporrazos a los Raspa Raspa, que se abstienen de retirar sus maletas. Son 65 maletas, cada una con 21,5 kilos de cocaína. Los perros hacen su agosto cayendo encima de los sospechosos. Un perro rompe la cartera de una de las Raspa Raspa y cientos de tarjetas de crédito caen al suelo, como si se tratase de una piñata.
Yeison, el hijo del Almirante
Urrutia no sabe qué hacer. Él sujeta con fuerza el bolso deportivo hasta que
una mujer policía de baja estura en traje de antimotines le pregunta: “Que vous charge dans ce sac?”
Uno de los Raspa Raspa reconoce y pide ayuda
a Calixo: “¡YO TE CONOZCO CAMARADA, AYUDANOS!”. Calixo el Cara de Chigüire, tuerce los ojos y se hace el loco mientras que
el oficial le dice: “Maintenant, il ne le connaissez-vous?” y le asesta un
cachiporrazo por las costillas.
Los pasajeros inocentes de todo
este desastre se arrinconan a un lado del pasillo como espectadores. Pedro le
tapa los ojos a su hijo Pedrito para que no presencie el deplorable
espectáculo. Sólo hasta que una gendarme se acerca a ellos se someten de buena
gana a las revisiones de las autoridades.
Un mensaje llega al teléfono del
Almirante Urrutia: “Pá me decomisaron el bolso y toy preso en París”. Resulta
que dentro del bolso hay cerca un millón de Euros en billetes de doscientos, producto
de la venta de los lingotes del Oro del Benemérito. Urrutia entra en furia
extrema y golpea la mesa con fuerza. Se escucha elquejido de mujer: ”¡Aaaayy estupido!”.
Curvelo que está al lado de de Urrutia siente un retocijón en su partes íntimas,
y amenazante observa a Urrutia y le dice. “Si vuelves a golpear la mesa te mato aquí mismo”.
Todos en el gran mesón entran en
pánico. Uno de los generales grita a viva voz: “Me endeudé contando con esa
plata”. Otro gritará: “¿Quién pagará todo esto si la ruta se cayó?”. Ante
semejante pregunta las prepagos y las batituberas recogen sus macundales y se
retiran. Ellas saben que cuando los narcos se inquietan, pelean y cuando pelean se caen a tiros.
Otro general se oye decir: “¡Ahora
si es verdad que Nicodemo nos va a echar a patadas del mando y nos va a tirar
en prisión”.
-¡Ya me hicieron arre%$+*ar
CALMENSE! ¿En qué idioma debo explicarles que el tema de Nicodemo está más que
amarrado? Nicodemo es extranjero, él mismo no sabe si nació en algún planeta
de la vía láctea. Además, La Mona Luisa y El Gordo Carrao nos explicaron a Ojitos
Lindos y a mí que derrocar a un extranjero que usurpa el cargo de presidente,
no es ilegal y es tan sencillo como echar a un buhonero de una acera.- explica
Buitrevides.
-Es verdad, yo estuve allí cuando
los Juristas nos lo explicaron. Y para como andan las cosas, el pueblo podría hasta darnos un premio e indultarnos por estos diez años de traficar drogas- Urrutia defiende a Buitrevides.
-¿Están viendo? y Nicodemo lo
sabe, por eso nos deja hacer lo que nos venga en gana.
-Sí pero Ojitos Lindos no es del cartel pero nos cobra un
impuesto por kilo traficado. Vendida o incautada la droga, tenemos que pagarle
igual- Dice Curvelo mientras su prepago adolescente sale de debajo de la mesa –Lo que
soy yo, me voy. Buenas Noches, el último que apague la luz. Porque yo no voy a estar aquí cuando Ojitos
Lindos vuelva.
-Ah vamos, el viejo ese está en
Rusia. Si actuamos hoy mismo podemos decirle que no vuelva.- alza su voz el
Almirante Parra.
-Aquí todos preguntan estupideces
pero nadie ha hecho la pregunta más importante. ¿Quién nos delató?- Habla el
General Reyes.
Ante tales custionamientos Buitrevides
primero con ojos de sorpresa y luego con una mueca suspicaz responde -!Número uno, yo no los estoy robando, a pesar de todo soy muy honrado, pero si sé quién nos roba. Número dos, aquí falta alguien y también sé quien es!
El Sargento García y el Cabo
Reyes fueron “castigados”, por permitir
el escape de Eduardo Simoney del Hospital Militar, a revisar maletas en el
Aeropuerto de Maiquetía, el resto de sus vidas. Pero lejos de ser un martirio
para los dos hombres de la PATRIA, se convirtió en una oportunidad de ver “la divisa” más de cerca. Los dos ejemplares del hombre nuevo socialista se
desplazan rápidamente, junto con un operador del aeropuerto, en un diminuto
carro de equipaje. El cabo Reyes, sentado en el medio, muy apretujado, cuenta
un fajo de billetes de cien dólares, cuando de pronto el camino del carrito de
equipaje es truncado por una docena de hombres de las fuerzas especiales del
SIBOL.
-Hey, ¿Qué hacen ustedes allí? ¿Quién los dejó pasar para acá? ¡Quítense del medio que el vuelo de British Airways va saliendo para Londres y el de Américan va para Nueva York en media hora. Tengo dos toneladas de Cocaína en maletas que deben salir en esos aviones sin falta.
Los agentes del SIBOL se miran las caras unos con otros ante tamaña hazaña de “CARETABLISMO”.
El cabo Reyes hace un “Rosinesing”
para ocultar su cara de vergüenza tras los billetes de 100 dólares. Mientras el
conductor del carrito comienza a llorar, clamándole a Dios perdón por semejante
prueba. El Sargento García en cambio desafía al agente del SIBOL.
-¿Mira chico tú sabes cómo es la
cosa? Yo lo que creo es que tu lo que nos quieres es robar. Y yo tengo buena
puntería ¿sabes?- García saca su Kalashnikov
Los Agentes del SIBOL bajan las
armas y se rascan la cabeza. El único que permanece firme en su posición de
apresar a los narcos es el teniente Mendoza -¡Maldito cácora inmoral!- le grita
con fuerza.
-Vamos a hacer una cosa, voy a
llamar a mi jefe que él tiene que saber lo que está pasando aquí. Te vas a arrepentir
¿sabes?- García toma su celular y llama... –Aló Mi General. Mire aquí están
unos payasos del SIBOL que y que nos llevan presos por narcos, ¿usted ha visto?
-¡Mmmm Ñaña ña! Añañaña ña Aaah? Ñaña
ñaa %&$#madre ah añañaña ñaña París…
-¡Que malo jefe! Cónchale vale y
justo ahora que mande a hacer un anexo en la casita.
-A añaña ñañaña? Um? Ñaña 100
Kilo!
-OHH que de 1500 Kilos incautaron
1400. ¡Que bárbaro de corruptos son esos policías Franceses! Es que ya no hay
moral mi General.
-Aaaaa uy onitoooo ñañañaña ummm! Noj#567$%(
añañañaaaa! Mendoza ahí!
Un tembloroso Sargento García le
pasa el teléfono al teniente Mendoza y luego comienza a juguetear con el fusil
mientras mira al piso.
-Buenas Noches mi General. ¿Son
cosas mías o creo que a usted también debiera detenerlo?
-JA! Ñañaña! Añañaña… reventao…
plup- la llamada se ha cortado pero el teniente ya tiene sus órdenes. Hace una seña y el resto de su tropel hace
armas contra los acusados. García y Reyes no van presos por traficar toneladas
de drogas, van presos por “mordisquear” el embarque y venderlo por su cuenta.
Mendoza siente lástima por el pobre conductor del carro de equipajes, que de
seguro fue elegantemente coaccionado a traficar por orden de estos sátrapas; lo
mismo siente de los cuatro trabajadores detenidos en el avión de British
Airways. Como Mendoza hay cientos de oficiales que cuestionan estas acciones por parte de sus
superiores, pero el miedo, la confusión, la politización, el falso patrioterismo, en resumen, la
atomización, coloca en sus bocas una gruesa mordaza que impide que sus voces
sean escuchadas, y ataduras que impiden que actúen como habría actuado el mismo
Libertador Simón Bolívar, si estuviese vivo. A Mendoza no le quedará más remedio
que encerrarse en su burbuja de confort, entre aumentos de sueldo pagaderos en dólares y carros del
año, y ver como inexorablemente es arrastrado, junto con sus compañeros justos, al saco
de los pecadores que mancharon su Institución.
Es el noveno día de “entrevistas”
entre Oseas y John Silver. Justo en el momento que Oseas explica la operaciónBallenas (a la que dedicaremos un próximo capítulo), John recibe instrucciones desde la pared espejo.
-Oseas acá tengo tu teléfono,
quiero que veas unos twitts que están llegando a tu cuenta.
John Silver pasa el teléfono a
Oseas y al ver los mensajes Oseas se lleva las manos a la cabeza.
Tropajuos: @OseasPusf Traidor estás
en la DEA echando PAJA Mama$#”vo!
-¡OH no! Soy hombre muerto- Oseas
pone el rostro lloroso en la mesa.
-Puedes responder- le indica
Silver.
OseasPusf: Si fuera cierto que hablé
con la DEA ya habrían confirmado oficialmente. Alguien ha visto tal
confirmación? NO!
Tropajuos: @OseasPusf Nojo#a Mama$#”vo
porque la DEA va a estar diciendo que estás hablando con ellos. Tu eres web#”&?
OseasPusf: No negocio mis ideales,
ni mis principios, defenderé el legado del #ComandantePanelo Nicodemo y Junodado!
Viviremos y Venceremos!
OseasPusf: Además yo lo que estoy es
estudiando una maestría en Guachinton Too.
Tropajuos: @OseasPusf ah sí? Y que
en la Bolivariana no dan buenas maestrías que te vas pal imperio?
Tropajuos: @OseasPusf No seas tan
CARA E TABLA CHICO! Por lo menos desconecta el localizador del Twitter. Ahí no
queda ninguna universidad!
PANELO VIVE, el desastre sigue, en la segunda temporada de Verde Maduro Podrido.
No se pierda el Capitulo 2:
"NICODEMO ES OTRO BESTIA"
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